La principal fuente para conocer el desarrollo de las guerras contra cántabros y astures fueron tradicionalmente los epítomes que los autores romanos Floro y Orosio realizaron basándose seguramente en la obra de Tito Livio, parcialmente perdida.
Otros autores importantes fueron los griegos Dión Casio y Estrabón. Las obras de estos autores, y las de otros de menor interés, tienen en común la parquedad y la poca precisión. Además, es un camino casi agotado, ya que es prácticamente imposible que aparezcan nuevos textos clásicos perdidos.Otra fuente es el estudio filológico de la toponimia mencionada en las fuentes y la actual, lo que encierra grandes dificultades y riesgos, y ha menudo sirve para justificar ideas preconcebidas.
Por último, la arqueología, la principal fuente para rellenar las lagunas existentes permaneció ignorada por el ámbito institucional.
Afortunadamente, el panorama ha cambiado con el trabajo del equipo dirigido por Eduardo Peralta Labrador, que ha localizado uno de los campos de batalla de aquella guerra, que muy bien pudiera corresponder al asedio de Aracelium.